En un día como hoy, hace 175 años, fallecía en Ibiray, Paraguay, José Gervasio Artigas, el Protector de los Pueblos Libres y prócer máximo de los orientales.
A los 86 años, tras décadas de exilio, Artigas entregaba su vida lejos de la tierra que tanto defendió. Su final fue austero y sereno, dedicado al trabajo rural, pero su nombre ya había quedado grabado en la historia como el conductor de la revolución oriental y el defensor incansable de la libertad, la justicia y la dignidad de los pueblos.
Cinco años después, en 1855, sus restos fueron repatriados a la patria por la que luchó, descansando hoy en el Mausoleo de la Plaza Independencia, en Montevideo.
Recordar la muerte de Artigas es también evocar su ideario: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana”. Palabras que aún resuenan como un faro en la construcción de la identidad nacional