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    «Embroncarse» hace daño

    PorQuinto Elemento

    Abr 1, 2025

    Cuando se genera un conflicto, uno de los parámetros que nos habla de nuestra inteligencia emocional y de nuestro estado interior en ese momento es la velocidad de reacción, señala Nazareth Castellanos.

    «Se dice que hay veces que el cerebro responde y hay veces que el cerebro reacciona. Lo ideal es que el cerebro responda, pero normalmente reacciona, es decir, responde muy rápido», explica.

    «Imagínate que llega alguien y te dice algo que es aversivo. Esa información cuando entra al cerebro sigue su recorrido normal y al pasar por la amígdala, que es la zona más importante para las emociones más aversivas como la ira, la amígdala tiene que interpretar junto al hipocampo y la corteza frontal, esos tres, cuánto de desagradable ha sido esa reacción».

    Cuando ya estamos estresados las neuronas en la amígdala tienen mucha actividad y reaccionamos más rápido ante cualquier estímulo, explica la experta, que nos propone considerar tres situaciones.

    En la primera «llega fulanito y me dice algo desagradable. Y entonces el hipocampo y la corteza frontal, entre ambos, moderan a la amígdala. Imagínate el papel de un mediador. Es el escenario un poco idílico y no siempre útil».

    En el segundo escenario alguien nos dice algo y nos enfadamos.

    «La amígdala aumenta su actividad. Y empiezo a respirar de una forma más rápida, la tensión aumenta, mi corazón late más rápido y mi musculatura lo evidencia. Es lo que debe ser normal. Llega alguien que me dice algo negativo y respondo al enfado ahora».

    Un estudio de 2024, liderado por el profesor de Medicina de la Universidad de Columbia Daichi Shimbo, constató que un ataque de ira de ocho minutos altera la capacidad de los vasos sanguíneos para dilatarse, aumentando el riesgo de daño vascular a largo plazo.

    El cambio más inmediato que notamos en un episodio de ira es en el sistema cardiorrespiratorio, ya que aumentan la presión sanguínea, la frecuencia del pulso cardíaco y la frecuencia respiratoria.

    Los cambios a nivel digestivo, en cambio, suelen ser más lentos.

    «El intestino tiene toda una red de neuronas que se llama el sistema entérico. Entonces el sistema entérico hace que se contraiga el estómago, que se inflame», explica Castellanos.

    «Cuanto más arriba en el cuerpo, las cosas son más rápidas. El estómago y el intestino son lentos. Puede que tuve un enfado y ya me he calmado, y al cabo de un rato tengo la tripa hinchada, inflamada, noto ardor, un montón de jugos y tengo mucho malestar tanto estomacal como intestinal».