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    35 años de Los Simpson

    PorDaniel Caiazzo

    Abr 19, 2022

    El 19 de abril de 1987 en el Tracey Ullman Show se estrenaban unos cortos que presentaban a la familia de Springfield. Cómo fueron los primeros bocetos. La furia y los celos de la conductora del programa. Por qué se llaman Homero, Marge, Lisa, Bart y Maggie. Y el éxito inesperado

    En la pantalla apareció una familia amarilla, un poco estrafalaria, dibujada con algo de descuido. Seguramente, al día siguiente nadie habló de ese corto de 88 segundos de duración. Pero un fenómeno, de manera casi imperceptible, se puso en marcha.Matt Groening trabajaba de cualquier cosa mientras buscaba abrirse camino como dibujante. Editaba unos fanzines artesanales que empezó distribuyendo entre familiares y amigos. Un editor de un pequeño diario local le ofreció publicar una tira. La llamó Life Is Hell. Tuvo un módico éxito. Compiló las que más le gustaban en un libro. Al poco tiempo su trabajo fue sindicado. Los personajes con orejas de conejo y su mirada llena de sarcasmo y acidez llegaron a 250 diarios de Estados Unidos.James L. Brooks era uno de los hombres más exitosos de Hollywood. Todo lo que tocaba se convertía en un suceso. Había sido el artífice de The Mary Tyler Show (y de sus spin off) y de Taxi en la televisión. En cine ganó varios Oscars con La Fuerza del Cariño. También dirigió Detrás de las Noticias y Mejor, Imposible entre otras. En 1987 volvió a la TV produciendo The Tracey Ullman Show. Contactó a Goering para adaptar Life is Hell. Deseaba que esos cortos animados aparecieran al final de algunos bloques de ese programa de variedades, antes de los comerciales.Realizó unos bocetos rápidos y los invistió de personalidades bien contrapuestas. Cuando aguardaba esa reunión, en la sala de espera de la oficina lujosa del productor, se dio cuenta que no le había puesto nombres a sus personajes. Allí echó mano a lo más cercano.Matt Groening le puso los nombres de su familia a sus personajes más famosos. Su padre que era historietista, cineasta y publicitario se llamaba Homero. A su madre, maestra y ama de casa, le decían Marge. Los nombres de las dos hermanas menores eran Lisa y Maggie. Sólo eludió la tentación de llamar al hijo del matrimonio con su propio nombre, le pareció demasiado petulante. Por lo tanto lo bautizó Bart.

    El 19 de abril de 1987 apareció el primer corto. Se llamó Buenas Noches.El padre de la familia, Homero, se acerca a la cama del Bart, su hijo. Le desea buenas noches. El chico le expresa sus temores. Son existenciales. Homero contesta una obviedad. La madre Marge, con un pelo azul cónico y alto saluda a la hija del medio, Lisa. La nena tiene miedo a los insectos, cree que en medio de la noche se meterán en sus orejas. A la menor, Maggie, un bebé con chupete, la madre le canta Rock- A- Bye Baby, una canción de cuna. La bebé imagina que con su cuna se desbarranca desde un árbol muy alto y cae al vacío. El matrimonio se acuesta, cansado del trajinar de todo el día. Cuando está a punto de apagar la luz aparecen los tres hijos en el vano de la puerta y se acuestan en la cama matrimonial. Las luces se apagan y los ojos de los cinco se van cerrando. La última es Maggie que hace algo que con el tiempo descubriremos es muy infrecuente: habla. Dice: Buenas Noches.Esos Simpson de los cortos son claramente identificables pero son muy diferentes a los que lograrían el impacto mundial unos años después. Son amarillos, tienen los pelos parados, los ojos saltones. Pero lucen muy distintos a los que conocemos en la actualidad.En 1989, Brooks le propuso a Groening independizar a esa familia. Los sorprendió la facilidad con la que la cadena aceptó su idea. Trabajaron durante meses en mejorar la propuesta. Cambiaron el estudio de animación, crearon nuevos personajes, le dieron un mundo a esa familia, encargaron una banda sonora, mejoraron el dibujo de sus protagonistas y, especialmente, se lanzaron a cambiar el lenguaje del medio de mayor masividad de su tiempo. El germen de esa revolución estuvo en una negociación de Brooks y Groening con los ejecutivos del canal. Exigieron libertad creativa. Tener la última palabra y le cercenaron a Fox el poder de veto que se reservaba para cada uno de sus programas. Eso cambió todo.