No se trata de pre juzgar, de juzgar, de ponerse de justicieros de realidades y mucho menos de negar que un casamiento o un cumpleaños son los momentos inolvidables que la vida nos deja. Son recuerdos, afectos, mimos, cariños.
Esa sería la realidad normal que deberíamos vivir hoy, más teniendo en cuenta las medidas adoptadas por el gobierno que promovieron la burbuja social, evitar aglomeraciones, festejos, juntadera, reuniones.
Se enfatizó en un máximo de 10 personas para las fiestas pero Salto ha pasado a ser otra vez noticia con un casamiento inolvidable de al menos cien y pico de personas que disfrutaron las nuevas nupcias.
Sin empatía, sin sentido de la solidaridad comunitaria, sin sentido de la responsabilidad de quienes resolvieron a pesar de los pesares celebrar.
En esto debemos ser humanos, casarse y comprometerse con el que «hasta que la muerte nos separe» es sagrado pero más sagrado debería ser que «la muerte no nos separe, no los separe» por celebrar algo que fue a contrapelo de toda lógica.
Se hubiesen casado si, pero no deberían haber sido noticia de un reclamo popular de quienes hasta para besar al amigo, al hermano, al pariente….usa tapaboca.
El Covid 19 ha mostrado nos ser un virus elitista, si ha mostrado ser contundente con su desarrollo. Innecesaria la fiesta, innecesario ser otra vez noticias porque lejos de vivieron felices y comieron perdices podemos terminar con tristezas y comiendo pandemia.