El mundo del arte y la cultura sigue conmocionado tras el espectacular robo ocurrido el pasado domingo en el Museo del Louvre, donde un grupo de delincuentes sustrajo joyas pertenecientes a la colección real francesa, valoradas en cientos de millones de euros.
Según fuentes policiales citadas por Reuters y The Guardian, el asalto tuvo lugar en la Galería de Apolo, una de las salas más emblemáticas del museo, donde se exponen las joyas de la Corona. Alrededor de las 9:30 de la mañana, cuatro individuos encapuchados ingresaron al edificio utilizando un montacargas y herramientas eléctricas para forzar una ventana lateral.
El operativo, que duró menos de siete minutos, fue ejecutado con una precisión casi cinematográfica. Los ladrones rompieron varias vitrinas de seguridad y lograron llevarse ocho piezas consideradas “invaluables”, entre ellas collares, anillos y broches pertenecientes al tesoro histórico de los monarcas franceses. Tras cometer el robo, los sospechosos escaparon en motocicletas por las calles adyacentes al museo antes de la llegada de la policía. Las autoridades cerraron inmediatamente el Louvre y desplegaron un amplio operativo de búsqueda en todo París, con apoyo de la brigada de investigación criminal francesa.
La ministra de Cultura de Francia, Amélie Oudéa-Castéra, declaró que “el robo representa una pérdida irreparable para el patrimonio nacional y europeo” y calificó el hecho como “un ataque directo a la memoria cultural de Francia”. Expertos en arte estiman que el valor de las joyas robadas “no tiene parangón”, dado su origen histórico y su estado de conservación. El museo reabrió parcialmente dos días después del incidente, mientras continúan las pericias y el análisis de las cámaras de seguridad. Por ahora, la investigación apunta a una banda internacional especializada en arte, aunque no se descarta la participación de personal con conocimiento interno de la estructura del museo.